26 Oct Article of the week

¿Por qué la ficción triunfa sobre la verdad?
Harari, Yuval
Cultura y Educación
Muchas personas creen que la verdad transmite poder. Creen
que los líderes, religiones o ideologías que malinterpretan la realidad
acaban perdiendo ante rivales con una visión más clara. Por ende,
creen que apegarse a la verdad es la mejor estrategia para hacerse de
poder. Por desgracia, esto solo es un mito que reconforta. De hecho, la
verdad y el poder guardan una relación mucho más complicada porque
en la sociedad humana el poder significa dos cosas muy distintas.
Por un lado, tener poder significa tener la capacidad de
manipular realidades objetivas: para cazar animales, construir
puentes, curar enfermedades, construir bombas atómicas. Este tipo de
poder está estrechamente vinculado con la verdad. Si crees en una
teoría física falsa, no podrás construir una bomba atómica.
Por el otro lado, el poder también significa tener la capacidad de
manipular las creencias humanas, con lo que lograrás que muchas
personas cooperen de manera efectiva. Construir bombas atómicas no
solo requiere una compresión detallada de la física, sino además el
trabajo coordinado de millones de personas. El planeta Tierra fue
conquistado por los Homo sapiens y no por chimpancés o elefantes
porque somos los únicos mamíferos capaces que cooperar entre sí en
grandes cantidades. Además, la cooperación a gran escala depende de
creer en las mismas historias, pero estos relatos no necesitan ser
ciertos. Es posible unir a millones de personas haciéndoles creer en
historias completamente ficticias sobre Dios, la raza o la economía.
La naturaleza dual del poder y la verdad se traduce en el curioso
hecho de que los humanos sabemos muchas más verdades que ningún
otro animal, pero también creemos en muchas más insensateces.
Somos, al mismo tiempo, los habitantes más listos y los más crédulos
del planeta. Los conejos no saben que E=MC², que el universo tiene
13.800 millones de años y que el ADN está compuesto de citosina,
guanina, adenina y timina. Sin embargo, los conejos no creen en las
fantasías mitológicas ni en los disparates ideológicos que han
fascinado a incontables seres humanos durante miles de años. Ningún
conejo habría estado dispuesto a estrellar un avión contra el World
2
Trade Center de Nueva York con la esperanza de ser recompensado
con 72 conejas vírgenes en otra vida.
Cuando se trata de unir a las personas en torno a una misma
historia, la ficción en realidad goza de tres ventajas inherentes sobre
la verdad. La primera es que, en tanto que la verdad es universal, las
ficciones tienden a ser locales. En consecuencia, si queremos distinguir
a nuestra tribu de los forasteros, una historia ficticia nos servirá
mucho más como un marcador de identidad que una historia
verdadera. Supongamos que enseñamos a los miembros de nuestra
tribu a creer que “el sol sale por el oriente y se oculta por el poniente”.
Este sería un mito tribal bastante débil, puesto que, si me encuentro a
alguien en la selva y esa persona me dice que el sol sale por el
oriente, eso podría indicar que esa persona es un miembro leal de
nuestra tribu, pero también podría indicar que es una extranjera
inteligente que llegó a la misma conclusión sin la guía de nuestra tribu.
Por lo tanto, es mejor enseñar a los miembros de la tribu que “el sol es
el ojo de una rana gigante que todos los días atraviesa el cielo de un
salto”, dado que muy probablemente pocos extranjeros llegarán a esa
idea en específico por sí mismos, sin importar lo inteligentes que sean.
La segunda gran ventaja de la ficción sobre la verdad tiene que
ver con el principio de la desventaja, que establece que las señales
confiables deben ser costosas para el emisor. De lo contrario, pueden
ser imitadas fácilmente por los falsificadores. Por ejemplo, los
pavorreales machos muestran sus aptitudes a las hembras haciendo
gala de una enorme y colorida cola. Esta es una señal confiable de
capacidad, porque la cola es pesada, voluminosa y atrae a los
depredadores. Solo un pavorreal realmente capaz puede sobrevivir a
pesar de esa desventaja. Algo similar sucede con las historias.
Si la lealtad política se mide a través de la creencia en una
historia verídica, cualquiera puede fingir tal lealtad. Pero creer
historias ridículas y extravagantes exige un costo mayor y, por ende,
es una mejor señal de lealtad. Si le crees a tu líder solo cuando ella o
él dice la verdad, ¿qué prueba eso? En cambio, si le crees a tu líder
incluso cuando construye castillos en el aire, ¡eso sí es lealtad! Los
líderes astutos algunas veces dicen de manera deliberada insensateces
a fin de identificar a los devotos confiables de los seguidores
condicionales.
3
La tercera ventaja, y la más importante, es que la verdad suele
ser dolorosa y perturbadora. De ahí que quien se apega a la realidad
pura tiene pocos seguidores. Un candidato presidencial estadounidense
que le dice al pueblo de ese país la verdad y nada más que la verdad
sobre la historia de Estados Unidos tiene asegurada la derrota al cien
por ciento en las elecciones. Lo mismo sucede con los candidatos de
todos los demás países. ¿Cuántos israelíes, italianos o indios pueden
soportar la verdad inmaculada sobre sus naciones? Un apego absoluto
a la verdad es una práctica espiritual admirable, pero no es una
estrategia política ganadora.
Fuente: New York Times en España (28/5/19)
Photo: Freepik
Palabras claves:
“Por ende”, reconfortar, insensatez, crédulos, inherente , perturbadora, inmaculada.
Comprensión:
¿Cómo resumirías las tres ventajas que según el autor del artículo suponen el triunfo de la ficción sobre la realidad?
Según el artículo existe una naturaleza dual entre poder y verdad ¿Qué capacidades nos otorga el poder?
Opinión:
¿Qué opináis sobre el punto de vista expuesto en el texto, entre verdad y ficción?
¿Y vosotros, preferís un gobierno, un líder que os diga la verdad, o preferís verdades a medias o mentiras piadosas basadas en la ficción?